Existe un cuento que no cuenta nada. Al parecer el autor (o lo que se hace pasar por uno de ellos en estos días) entretiene al lector con palabras al azar, prometiendo un gran relato.
Yo no he leído ese cuento, ni sé de lo que trata; pero supongo que ha de ser aburridísimo leer algo que no te lleva a ningún lugar. Yo por eso prefiero escribir cuentos y darlos a que mis amigos y seres cercanos los lean, para que conozcan un poco con quién están tratando. De hecho, si no estuviera escribiendo acerca de ese cuento, estaría escribiendo un propio cuento; el siguiente.
Así es querido lector. Resulta que en un lugar maravilloso (al cual no he inventado un nombre) sucedió un hecho sin precedentes, fantástico pero misterioso, que bien puede caer en lo surreal o lo real; todo depende de cómo lo leas.
Y seguiría así, detallando a los personajes y el suceso. Sin embargo heme aquí hablando de otro cuento, uno que no cuenta absolutamente nada, tratando de reprobar la osadía del autor por crear semejante barbaridad; pero como no he leído el mentado cuento y no sé quién lo escribió, creo que dejaré mi comentario crítico para otra ocasión.
Así es querido lector. Resulta que en un lugar maravilloso (al cual no he inventado un nombre) sucedió un hecho sin precedentes, fantástico pero misterioso, que bien puede caer en lo surreal o lo real; todo depende de cómo lo leas.
Y seguiría así, detallando a los personajes y el suceso. Sin embargo heme aquí hablando de otro cuento, uno que no cuenta absolutamente nada, tratando de reprobar la osadía del autor por crear semejante barbaridad; pero como no he leído el mentado cuento y no sé quién lo escribió, creo que dejaré mi comentario crítico para otra ocasión.
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